Ubicación privilegiada
Las oficinas administrativas de ALMA se encuentran en Santiago, la capital de Chile. En estas trabajan astrónomos, profesionales administrativos y técnicos, apoyando la labor del resto de los trabajadores que está en el observatorio, al norte del país. Entre las tareas realizadas en Santiago, está la de los astrónomos que reducen los datos captados por el telescopio de tal forma que sus colegas que obtuvieron tiempo de observación reciban un paquete comprensible de información para sus investigaciones.
En las últimas décadas, Chile se ha convertido en un país líder a nivel mundial en el campo de la astronomía. Las características climatológicas y geográficas del desierto de Atacama, en el norte de Chile, que aseguran claridad de sus cielos, sumado a la gran altura de la cordillera de los Andes brindan condiciones únicas en la Tierra. Sumado a ello, cuenta con el privilegiado cielo austral que permite observar muchos objetos importantes a nivel astronómico, tales como el centro de la Vía Láctea y las Nubes de Magallanes, entre otros. Es así como muchas colaboraciones internacionales han tomado forma en este territorio, alojando la mayoría de los más poderosos observatorios en nuestro planeta. Tal es la transparencia de sus cielos que el poder de resolución de las imágenes de ALMA ha superado la del telescopio espacial Hubble.
Centro de Apoyo a las Operaciones (OSF, por su sigla en inglés)
Desierto de Atacama
ALMA observa la luz invisible a los ojos, la cual es emitida naturalmente por el Universo en ondas largas, una porción del espectro electromagnético que nos permite indagar el “Universo frío”, que no es captado por los telescopios ópticos y es fundamental para conocer cómo se forman las estrellas y los planetas.
El vapor de agua existente en la atmósfera absorbe estas ondas, dificultando su captación en la Tierra. Es por ello que las antenas de ALMA fueron ubicadas en una de las zonas más áridas del mundo: el desierto de Atacama. Debido a su sequedad, gran altitud, pocas nubes y escasez de contaminación lumínica y de interferencia de radio de las ciudades, este desierto es uno de los mejores lugares en el mundo para llevar a cabo observaciones astronómicas.
Ubicado aproximadamente a 30° latitud sur, este desierto está cercado por dos cadenas de montañas: la cordillera de los Andes por el este y la cordillera de Domeyko por el oeste; cubriendo un área de 181.300 km cuadrados. Con más de 20 millones de años, este territorio se compone de cuencas de sal, arena y flujos de lava, siendo su sector más seco el situado al sur del río Loa, al oeste de la cordillera Domeyko y cercano a la comuna de San Pedro de Atacama y al pueblo de Toconao, área donde se ubica ALMA. Cabe destacar que la corriente marina fría de Humboldt y el anticiclón del Pacífico son esenciales para mantener este clima seco.
Grandes volcanes dominan el paisaje, entre los que se encuentra el Licancabur, Acamarachi, Aguas Calientes y Láscar. Éste último es uno de los volcanes más activos en Chile. Todos ellos están situados a lo largo del lado oriental del Salar de Atacama, formando una línea de volcanes con tendencia general norte-sur.
Otro aspecto interesante del lugar es que debido a su sequedad sus suelos son comparados con los de Marte. Por ello la NASA testeó su robot Zoe en esta zona antes de enviarla al planeta rojo. En 2003, un equipo de investigadores publicó un informe en la revista Science titulado "Suelos tipo Marte en el Desierto de Atacama, Chile, y el límite seco de la vida microbiana" en el cual duplicaron las pruebas utilizadas en Marte por las sondas de aterrizaje Viking 1 y Viking 2 para detectar vida. No pudieron hallar ningún indicio en el suelo del desierto de Atacama, siendo tal vez esta región la única en la Tierra con esta característica.
Llano de Chajnantor
Luego de buscar en todo el mundo el lugar perfecto para recibir ondas milimétricas y submilimétricas, los científicos dieron con un llano de condiciones inigualables: Chajnantor. Al norte de Chile, en medio del desierto de Atacama, encontraron una planicie muy extensa a cinco mil metros sobre el nivel del mar, donde la aridez extrema de su clima generaba las condiciones perfectas para la recepción de ondas cósmicas. Con gran altitud, amplia superficie y clima favorable, ALMA había encontrado su hogar.
Sin embargo, no fueron los primeros en detectar este lugar clave. Prueba de ello es que Chajnantor significa “lugar de despegue” en la lengua Kunza de los Atacameños o Likan Antai, pueblo originario que desde hace siglos ha escudriñado los cielos desde esa zona.
A diferencia de la cosmovisión occidental, concentrada en observar los elementos brillantes del firmamento, la cosmovisión andina distingue las constelaciones observando los sectores oscuros del cielo nocturno; el mismo Universo oscuro que en la actualidad indaga ALMA.
“Nuestros abuelos han sabido leer las señales del firmamento para sobrevivir a los caprichos del clima y gozar de la generosidad de la Madre Tierra (...) ahora sabemos que nuestros abuelos son verdaderos observadores del cielo y por lo tanto los astrónomos más antiguos de Atacama”, señalan algunos de los descendientes atacameños en el extracto del libro “El Universo de nuestros Abuelos”, apoyado por ALMA.
Territorio Likan Antay
Todas las operaciones de ALMA se llevan a cabo en territorio concesionado por el gobierno de Chile en el desierto de Atacama, uno de los lugares más secos de la Tierra. Aunque el paisaje es inhóspito, hay comunidades que han vivido allí por mucho tiempo. Los atacameños o Likan Antai han criado llamas y alpacas durante cientos de años, manteniendo aún esta tradición, junto con el tejido y la elaboración de joyas. Actualmente son la tercera comunidad indígena en Chile.
ALMA restauró la Estancia Barrio donde los hermanos Pedro y Viviano Cruz vivieron hasta los años sesenta. Dependiendo de la época del año y de la disponibilidad de agua, los hermanos Cruz trasladaron sus animales a más de 20 estancias entre las quebradas para alimentarlos.
Ubicado en el camino que une el campamento de ALMA (OSF) con el sitio donde se ubican las antenas en Chajnantor (AOS), la Estancia Barrio se ha convertido en un museo, en memoria de sus habitantes originales y para preservar sus costumbres.
Flora y Fauna
A pesar de su similitud con el paisaje marciano, el desierto de Atacama es hogar de flora y fauna autóctonas, que durante siglos han desarrollado técnicas para adaptarse a las duras condiciones reinantes. Los trabajadores de ALMA frecuentemente ven vicuñas, vizcachas, flamencos, zorros, cactus cardón, rica-rica y llaretas, animales y plantas que habitan este increíble paisaje.