Polvo y moléculas en el espacio (Astroquímica)
Las observaciones de ondas de radio llevadas a cabo en la década de los setenta demostraron que el espacio interestelar no está lleno solo de hidrógeno y polvo, sino que también contiene compuestos químicos complejos o moléculas en estado gaseoso como el agua (H20), el amoníaco (NH3) o el metanol (CH3OH). Este hallazgo causó sorpresa debido a que se observan muy pocas reacciones químicas en el gas interestelar, que se caracteriza por ser extremadamente delgado y frío. Desde entonces, se ha descubierto que estas complejas moléculas pueden catalizarse en las superficies de minúsculos granos de polvo interestelar, teniendo la posibilidad de sembrar los orígenes de la vida en planetas jóvenes.
A nivel microscópico, los paisajes del espacio muestran verdaderas fábricas químicas de increíble complejidad. Los elementos químicos se unen para formar moléculas, un proceso continuo y que se diversifica, pues al calentarse las moléculas se liberan del polvo, convirtiéndose en moléculas gaseosas en el espacio.
Si los elementos químicos fuesen letras, las moléculas serían las palabras y, al igual que nuestras huellas dactilares, las moléculas son únicas. Muchas moléculas presentes en el espacio interestelar emiten radiación milimétrica y submilimétrica con longitudes de onda bien específicas que pueden ser identificadas con ALMA. En algunos casos estas moléculas pertenecen a océanos de composición química muy compleja, lo que constituye una condición necesaria para la aparición de la vida tal y como la conocemos.
Así, al estudiar con ALMA estas moléculas presentes en el espacio, obtenemos información sobre las temperaturas y densidades de las nubes de gas y polvo que dan origen a estrellas y planetas, y exploramos los orígenes cósmicos de la vida en planetas similares a la Tierra.